En la CDMX el ambiente se caldeó fuerte, pues seis empresas de taxis con permiso para operar dentro del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México llevan varios días enfrentando un problema serio: el cierre de sus puntos de venta.
Todo comenzó el lunes 24 de noviembre, cuando la Secretaría de Marina, responsable de la administración del AICM, ordenó el cierre sin previo aviso. Según los permisionarios, este acto no solo es irregular, sino abiertamente discriminatorio, ya que afecta únicamente a las compañías con menos unidades de servicio dentro del aeropuerto.
El golpe económico no tardó en sentirse. En solo días, las empresas reportaron una caída del 30% en sus ingresos, lo que se traduce en menos dinero para operadores, administrativos y, en general, para las familias que dependen de esta actividad. Para muchos, el miedo real es que estas compañías pequeñas terminen por desaparecer del aeropuerto, dejando el camino libre a los grupos más grandes.
Protestas, reclamos y un mensaje directo para la autoridad
Ante la situación, representantes y trabajadores de las seis compañías afectadas se manifestaron dentro de las terminales 1 y 2 del AICM, exigiendo respuesta inmediata de la Marina. No buscan intermediarios, no quieren rodeos ni otra institución metida en el tema. Lo que piden es simple y directo: que la Marina atienda la queja de frente, ya que durante meses —no solamente desde esta semana— vienen arrastrando inconformidades.
Lupita Espinosa, una de las permisionarias, señaló que este cierre inesperado no es casualidad y tampoco un error administrativo, sino un acto que genera competencia desleal y deja a las empresas pequeñas sin oportunidad real de operar con igualdad.
Lo que exigen para poder seguir trabajando
El llamado es urgente. Los permisionarios piden que primero se detengan los actos que consideran discriminatorios, y luego se trabaje en condiciones parejas para las once compañías que prestan el servicio dentro del aeropuerto. La exigencia final es clara: mesas de negociación exclusivamente con Marina, sin funcionarios externos, sin terceros y sin burocracia que dilate más el conflicto.
Este escenario no solo es un pleito administrativo: se está jugando la permanencia de empresas completas, el sustento de cientos de trabajadores y la manera en que se administra el transporte dentro del AICM. Si no se llega a un acuerdo pronto, el conflicto podría escalar y afectar mucho más que una tarifa o un punto de venta: podría cambiar el equilibrio del servicio de taxis en la principal terminal aérea del país.
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