Por: Cortesía

4 claves para trabajar mejor bajo presión

Bajo la lógica neoliberal, trabajar bajo presión implica explotar las capacidades al máximo. Tal vez lo hayamos estado haciendo mal todo este tiempo.

La fecha de corte se acerca. Vienen las juntas de resultados, pero en la tarde está agendada una cita con el médico. Después de eso, hay que arreglarse para la cena familiar mensual, para llegar a la casa y terminar la hoja de cálculo que quedó pendiente en la mañana. Sí: trabajar bajo presión parece un imperativo, particularmente cuando se acercan las fiestas de fin de año.

Después de años de trabajar con atletas profesionales, la psicóloga británica Josephine Perry está segura de que hemos abordado este proceso mal. Más que nada, por la falta de límites y organización que muchas personas tienen. De acuerdo con su experiencia de décadas, éstas son algunas claves para ser más asertivo al momento de organizar el tiempo, las prioridades, y cumplir con la pila de tareas que se acumula con cada segundo que pasa. 

Establecer prioridades

Antes que nada, Perry asegura que escribir una lista con las cosas que hay que hacer es importante. Además de sacarlas de la cabeza, el simple hecho de verlas en una hoja de papel nos da una idea más clara de qué se necesita hacer antes, es más urgente o requiere de más trabajo. 

Según la experta, vale la pena escribirlas a mano. El cerebro registra mejor la información que escribe de manera análoga y, además, es muy satisfactorio ir tachando las tareas que ya se cumplieron, una por una. De lo contrario, las personas sienten angustia: se imaginan que no les dará tiempo, que no pueden cumplir con todo o que no se darán abasto. Verlo en papel da estructura y orden mental.

Tomar distancia de las expectativas ajenas

La sana distancia no sólo aplica en los eventos sociales. Por el contrario, siempre es saludable tomar un paso atrás cuando las situaciones nos abruman. En especial si el trabajo viene con una carga considerable de presión, alimentada por las expectativas de los demás.

Ya sea la agenda de un superior, las necesidades de algún ser querido o la franca insistencia impertinente de algún colega, las expectativas ajenas distorsionan nuestro propio sentido de logro. Algunas veces, incluso, se siente el peso de nuestras “propias expectativas, sumadas a las de los demás”, explica la psicóloga deportiva.

Cultivar la flexibilidad mental

Para su artículo de Aeon, Perry explora la tozudez con la que nos enfrentamos a cumplir nuestras responsabilidades. Según ella, la cultura laboral de Occidente impulsa a los trabajadores a tener ‘solidez mental’, y cumplir con todos los objetivos a toda costa.

Además de que esto es poco realista, va en detrimento de la salud mental de las personas:

“Es posible que haya notado que, en las culturas laborales occidentales contemporáneas, la forma en que se espera que las personas respondan a la presión es volviéndose mentalmente ‘más fuertes’ o ‘más rudos'”, explica Perry.

A pesar de que esto pueda ser un valor para las grandes corporaciones, a veces sencillamente es imposible de conseguir. De acuerdo con su experiencia, seguir esta línea de pensamiento puede resultar en expectativas poco aterrizadas, que idolatran la autoconfianza, el centro y el sacrificio incluso a pesar de los intereses de los propios trabajadores. Cumplir por cumplir es un error, desde su punto de vista.

Por ello, en lugar de buscar una solidez mental, la experta invita a sus pacientes a practicar la flexibilidad. Si no se puede conseguir un objetivo con una única línea crítica, buscar alternativas impulsa al cerebro a crear nuevos puentes y caminos neuronales. Lo que es más: si una tarea es imposible de realizar para una hora determinada, valdría la pena expresarlo con sinceridad y buscar otras soluciones.

Reconocer nuestros límites

Bajo la lógica neoliberal, trabajar bajo presión implica explotar las capacidades al máximo. Tal vez lo hayamos estado haciendo mal todo este tiempo. De entrada, habría que reconocer que somos seres humanos, con limitaciones mentales, físicas y emocionales que nos impiden realizar ciertas actividades.

Además de que esto es sano, establecer límites nos pone en un escenario realista de acción. En lugar de vivir con la angustia de cumplir por cumplir, Perry invita a sus pacientes a ser sinceros consigo mismos, antes que con nadie más. Analizar las motivaciones que nos conducen a llevar a cabo algunas tareas es un buen primer paso para determinar qué sí y qué no podemos hacer.

Una vez que eso está claro, lo demás es relativamente sencillo. Si una persona tiene claro hasta dónde puede actuar, le resulta más fácil aceptar o negar más trabajo. Sin estas herramientas, trabajar bajo presión se convierte en un imperativo externo, que deja a las personas sintiéndose abrumadas, angustiadas y vacías. Ningún trabajo es así de importante.

MUY INTERESANTE.

 

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