Tlaxcala, Tlax.- Los hechos delictivos constantes que se registran en diferentes municipios de Tlaxcala revelan una preocupante desorganización entre la Fiscalía General de Justicia del Estado, la policía estatal y las corporaciones municipales. A pesar de los operativos y discursos oficiales que anuncian nuevas estrategias, la delincuencia sigue avanzando sin freno.
Delitos recientes exponen el vacío de autoridad
Eventos como el asesinato de un docente en Chiautempan, el linchamiento de un presunto abusador en Nativitas, un asalto domiciliario en Tlacomulco y el robo de una motocicleta en Apetatitlán —ocurrido a plena luz del día— dejan en evidencia que las autoridades actúan tarde o simplemente no actúan.
Corporaciones sin reacción efectiva ni coordinación
La policía municipal permanece pasiva, la estatal responde con demora y la Fiscalía mantiene investigaciones abiertas sin avances visibles. Esta situación socava la confianza ciudadana y contribuye a que los delincuentes operen con total libertad.
Falta de capacitación y hostilidad contra la prensa
A este panorama se suma la deficiente preparación de los elementos policiacos, quienes en vez de brindar seguridad, en ocasiones obstaculizan el trabajo de periodistas. Hay testimonios de reporteros que denuncian amenazas y restricciones por parte de agentes, lo que refleja un desconocimiento grave sobre la libertad de prensa y el derecho a la información.
Ciudadanía sin confianza ni protección
Mientras la violencia continúa en aumento, la percepción de la sociedad es clara: no existe confianza en las instituciones y las estrategias de seguridad parecen improvisadas y poco eficaces.
La ausencia de coordinación real entre la Fiscalía y las fuerzas policiacas no solo limita la capacidad de respuesta, sino que genera un entorno de impunidad en el que los criminales actúan sin temor a ser detenidos.
Urge una respuesta contundente del gobierno estatal
La población aún espera acciones concretas, coordinación efectiva y compromiso real por parte de las autoridades. Tlaxcala no puede seguir sumida en el abandono institucional, mientras la inseguridad se apodera del estado.