De acuerdo con historiadores, la charrería tuvo sus orígenes en el centro del México, concretamente en el estado de Hidalgo, donde los caciques otomíes, Nicolás Montañéz; Fernando de Tapia y el instructor Fray Pedro Barrientos, contribuyeron mucho a la cimentación de esta actividad. (Años 1531 a 1555).
Por ese tiempo el santo varón Sebastián de Aparicio, adquirió la hacienda de Careaga, entre Azcapotzalco y Tlalnepantla, en el Estado de México, donde de se dedicó a la agricultura y la ganadería, enseñando a los indígenas que no mostraron interés en la agricultura una nueva actividad; la doma de bovinos y más tarde la del ganado caballar, a pesar de estar prohibido hacerlo, pues su uso era reservado sólo a los conquistadores. Una vez dominado este nuevo oficio, se extendió floreciente desde la Mesa Central, a todos los confines del Virreinato con el nombre de Charrería.
Nace la charrería
Así nació esta actividad en las haciendas de los estados de Hidalgo, cuna de la Charrería, Puebla y Estado de México, extendiéndose más tarde por toda la Nueva España y floreciendo en el Virreinato de la Nueva Galicia, actual Estado de Jalisco y sus alrededores.
La Charrería creció paulatinamente al generalizarse el uso de los caballos entre los habitantes de nuestro país, donde los hacendados y sus servidores de confianza hacían gala de su pericia y destreza en el manejo de los animales, consumando útiles y valiosas maniobras con arrojo, valentía y pericia.
Según está registrado por la Federación Mexicana de Charrería, en 1880 surgió la charrería profesional, fue entonces cuando apareció el famoso “Charro Ponciano”, cuyas hazañas se inmortalizaron en corridos y canciones.
Quién es el primer charro
Originario de la Hacienda de Atenco, en el Estado de Hidalgo – la primera ganadería que se estableció en América -, dio gran impulso e incremento a la Charrería, convirtiéndola en espectáculo de valentía y pericia digna de admirar. Combinaba la Charrería con la Tauromaquia, siendo así el primero en ejecutar la suerte de banderillas a caballo, inventada por Ignacio Gadea, otro charro mexicano, que perteneció al equipo de Don Ponciano Díaz, junto con Agustín y Vicente Oropeza, Celso González, Vicente Conde y Manuel González Aragón, pioneros de la Charrería actual con quienes partió a España en 1889, a dar una exhibición de Charrería y Toros al estilo mexicano.
En 1894 se reunió en Monterrey un grupo de 12 charros capitaneados por Vicente Oropeza, que salieron por primera vez a Nueva York y recorrieron varios lugares de aquel país con grandes éxitos. A Vicente Oropeza los norteamericanos le dieron el calificativo de Campeón de Lazo en el mundo, sorprendidos de la maestría y destreza con que floreada y lazaba.
La charrería está relacionada con la sastrería, sombrerería, platería, zapatería, fustería, talabartería, curtiduría, fabricación de sarapes, elaboración de reatas, herrajes, bordados y trabajos en pita.
La charrería fue declarada ‘Deporte Nacional’ por el entonces presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, e instituido el 14 de septiembre como Día del Charro.
Deporte de México
Un deporte que nació en el campo y se reglamentó en la ciudad, surgiendo la primera asociación en el Distrito Federal, con el nombre de “La Nacional” el 4 de junio de 1921. Posteriormente surge el 29 de abril de 1923, la segunda asociación de la República con el nombre de Club Nacional de Charros Potosinos, ahora Potosina de Charros en la capital del Estado de San Luis Potosí y, el 8 de agosto de 1923, en Toluca Estado de México, la tercera asociación de charros del estado de México.
El 16 de diciembre de 1933 se fundó la Federación Nacional de Charros con el fin de agrupar a todas las asociaciones de charros del país, para organizar competencias y elaborar un reglamento común que unificará criterios en la práctica de este deporte nacional. Actualmente se realiza una competencia nacional anual, donde compiten las mejores escuadras de todo el país, en una sede distinta.